martes, 8 de enero de 2008

¿La energía solar reduce las emisiones de CO2?

El título de esta entrada sorprenderá a más de uno. ¿Por qué no iba a reducirlas? Si los paneles solares producen energía eléctrica de forma completamente limpia, con ella se evita la emisión producida por otro tipo de centrales.
Esta verdad parece tan obvia que nadie se atrevería a cuestionarla. Pero, ¿siempre es cierto lo que parece evidente?
Una de las afirmaciones completamente evidentes que ha estado en la mente de todos los seres humanos es que la Tierra es plana. Si alguien, hace mil años, hubiera afirmado que la Tierra era esférica, le habrían tomado por loco. "¿Por qué no se caen los que están boca abajo?" habrían preguntado ante semejante afirmación. Tan increíble resultaba que la Tierra fuera esférica que, a pesar de que algún griego ya había demostrado que era redonda y hasta había calculado su diámetro midiendo la sombra de un palo en dos lugares diferentes, hubo que circunnavegar el globo para que esta teoría quedara confirmada. Hoy nadie piensa que nuestro planeta sea plano, a pesar de lo evidente que parecía.
¿Qué tiene que ver eso con los paneles solares? Pues que evidencia no siempre es sinónimo de verdad.
Se dice que un panel solar no emite CO2 a la atmósfera, y eso no es verdad.
Durante la vida del panel, produce electricidad sin consumir nada que no sea energía solar. Sin embargo, los paneles solares, para poder existir, deben ser fabricados, y ese proceso de fabricación requiere de cierta energía. Es decir, la energía neta que produce el panel es igual a la que produce a lo largo de su vida útil menos la que se invierte en fabricarlo.
Repasemos su proceso de fabricación:
El elemento clave de cada panel son las células fotovoltaicas, elaboradas con silicio. Para fabricar estas células, es necesario obtener silicio puro. Su obtención requiere calentar el material a casi 1200 grados y hacerlo reaccionar químicamente con compuestos químicos. Conseguir esa temperatura consume una buena cantidad de energía, y la producción de los productos químicos también.
Cuando se tiene el silicio puro, se funde en un crisol con una pequeña proporción de boro. Fundir el silicio requiere una importante cantidad de calor, y hay que mantener su temperatura a un nivel adecuado para permitir un fraguado lento, que permita una cristalización que siga una determinada estructura.
Después hay que cortar el silicio en obleas finas, para lo que se usa una sierra que consume energía.
Cuando están cortadas, se introducen en hornos especiales, que consumen más energía, para difundir átomos de fósforo sobre una cara, que deben penetrar hasta cierta profundidad.
Por supuesto, las fábricas donde se realizan estos proceso tienen otro tipo de máquinas (carretillas elevadoras, focos de iluminación, cintas de transporte) y otro tipo de equipos que consumen energía. Muchos trabajadores van a la fábrica en coche, que emite CO2 por sus tubos de escape. Y el proceso de fabricación es lento y complicado, así que el número de horas dedicadas no es pequeño.
Después hay que montar el panel que, además de las células, lleva un material encapsulante, normalmente resina, que ha requerido también de energía en su fabricación, una cubierta exterior de vidrio templado, que también ha requerido de una cantidad de calor importante, una cubierta posterior, un marco de metal, una caja de terminales y diodos de protección. Cada una de estas partes requiere de energía para su fabricación, y el montaje del conjunto tendrá que realizarse por operarios en una fábrica, que también consumirá energía.
Después hay que trasladar los paneles hasta el lugar donde vaya a instalarse. Eso requerirá de un camión hasta el puerto, un barco hasta el país de destino, un camión hasta el almacén y otro hasta la finca donde vaya a instalarse. Todos ellos emiten CO2.
Después llega la instalación. Deberá apoyarse sobre estructuras metálicas, ya sean fijas o móviles, que también habrán requerido de cierta energía en su fabricación. Los técnicos que hagan el montaje irán hasta la finca y desplazarán sus herramientas y equipo en vehículos que emiten CO2. Habrá que hacer unas soleras de hormigón para apoyar las estructuras, lo que requerirá de energía en su fabricación y transporte hasta la huerta solar.
Una vez realizado el vallado de la finca y las correspondientes instalaciones eléctricas, hasta que todo quede conectado a la red (todo ello requiere trabajo, material, desplazamiento de personas, etc.), la instalación está terminada, y comenzará a producir energía limpia, durante unos 30 años, pero, en una cantidad tan pequeña por cada panel que, a pesar de que los paneles se alimentan con energía solar, que es gratis, una instalación de este tipo es tan costosa que cada kilovatio-hora producido cuesta cuatro veces más caro que uno producido en una central típica.
En general, casi todo lo que compramos cuesta más o menos según se haya dedicado más o menos esfuerzo a fabricarlo. Si una huerta solar fotovoltaica tuviera que vender electricidad a precio de mercado sólo se recuperaría un cuarto de lo que ha costado instalarla. Si un 25% del coste de fabricación e instalación corresponde a la energía invertida en el proceso, resultaría que el panel solar produce más emisiones de las que evita.
Resulta difícil calcular, pero, debido a su alto precio, no resultaría extraño que una instalación de paneles solares requiriera de casi tanta energía como la que va a producir en su vida útil.
Las instalaciones fotovoltaicas se realizan actualmente porque el Estado subvenciona fuertemente su creación. El dinero que paga el Estado sale del bolsillo de todos nosotros.
Así que parece que, los paneles solares, nos cuestan dinero a todos los ciudadanos y no reducen en casi nada las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Podemos formular una nueva hipótesis:
Una instalación para producir energía que resulta poco rentable no puede ser ecológica, porque, si es poco rentable, suele ser porque se invierte más energía en fabricar y mantener la instalación de la que ésta va a producir en toda su vida útil.
Es algo evidente, pero no para los políticos que rigen nuestros destinos, y no dudan en subvencionar instalaciones de este tipo, porque, como la cantidad de megavatios subvencionada no es demasiado grande, aquellos que quieran ganar dinero gracias a esas subvenciones, deben obtener el permiso correspondiente del Ministerio de Industria. Y, como hay más solicitudes que permisos, siempre ayuda a avanzar posiciones en la lista, pasar un sobre con algunos billetes dentro al funcionario de turno, o al político que manda a ese funcionario, con lo que, sin duda, nuestra instalación será aprobada y recibiremos unas interesantes subvenciones durante muchos años, que no servirán para reducir las emisiones de CO2, pero servirán para enriquecer a alguien. Y lo más triste es que el enriquecido no será el inversor particular, que tardará un buen número de años en recuperar su inversión, sino el promotor de este tipo de instalaciones, que es el que comercializa, consigue los permisos, realiza la instalación y la vende a su dueño final por una cantidad notablemente superior a la que ha costado fabricarla.

El calentamiento global - Los aspectos que no cuadran

El año pasado por estas fechas debía aún estar en la cartelera de muchos cines el famoso documental de Al Gore titulado "Una verdad Incómoda".
Ameno en su exposición, las conclusiones que planteaba eran realmente inquietantes: la modificación en la temperatura de la Tierra se debía a la variación en el nivel de CO2 de la atmósfera. Cuando éste aumentaba, la temperatura del planeta subía, y, cuando descendía, la temperatura bajaba. Sorprendente e inquietante relación que, debido a las fuertes emisiones que estamos realizando en este momento, y que vamos a seguir aumentando en el futuro, va a provocar enormes desastres climáticos, nunca vistos en la historia de nuestro querido planeta.
Debo decir que mi forma de pensar simpatiza mucho con el ecologismo. Respeto y admiro profundamente la naturaleza, creo que los delitos medioambientales son absolutamente detestables y estoy convencido de que cualquier forma de desarrollo que acabe con el medio ambiente será tan insostenible que nuestros descendientes pagarán caro los abusos que se cometan. Ese documental cambió mi visión de las cosas y hasta me costó conciliar el sueño pensando el las catástrofes que se avecinaban.
Sin embargo, al día siguiente, sentí que algo no encajaba, y me lancé a una investigación, con la que aún continúo, tratando de adivinar la verdad sobre el asunto.
Lo primero que me llama la atención es que la solución propuesta para tan inquietante problema como es el calentamiento global haya sido el protocolo de Kioto. Analizando sus propuestas, se da uno cuenta de que no sirve para nada: sólo impone limitaciones a los países desarrollados firmantes, tomando como base las emisiones del año 1990. Pero la mayoría de ellos (Estados Unidos no lo ratificó), tienen un crecimiento económico bajo y su población no aumenta nada, por lo que han reducido o mantenido esas emisiones simplemente reemplazando instalaciones obsoletas por otras más modernas que, debido a su mayor eficiencia, emiten menos carbono en la realización de sus procesos. Los países en vías de desarrollo, que van a apoyar su industrialización sobre todo en el carbón y en el petróleo, no deben controlar nada, así que, casi con total seguridad, esas limitaciones que impone Kioto no van a reducir en nada las emisiones globales. Las industrias se trasladan cada vez más a China, India y otros países con mano de obra barata. Si aquí se imponen limitaciones importantes a ciertos procesos industriales, como podría ser la siderurgia, la fabricación de vidrio o cemento, muchas industrias se marcharán a otros países, emitiendo el mismo o más CO2 de lo que emiten aquí, y luego habrá que traer los productos en barco, con lo que las emisiones totales serán mayores.
Analizando en detalle los pormenores del protocolo de Kioto, resulta que entre los países que se han comprometido a controlar sus emisiones, el más perjudicado va a ser España. Ni Aznar ni Zapatero parecen haberse percatado de que en ese acuerdo, los demás tendrían que cambiar en poco sus comportamientos para cumplir su parte del acuerdo, pero España, debido al importante crecimiento de población que ha tenido en los últimos años y a la poca proporción de energía nuclear que compone su mix energético, ya excede en casi un 50% del límite que debería cumplir. Eso va a costar a ciertas industrias tener que comprar derechos de emisión por valor de 300.000 millones de euros. Y ese dinero va a salir de los bolsillos de todos nosotros, porque las industrias lo van a repercutir por completo en el precio de sus productos. Va a suponer una subida adicional en el IPC del 2,7%, lo que hará más difícil que lleguemos a fin de mes. Y, ¿donde irá ese dinero? Pues no servirá para proteger el medio ambiente, sino que irá a parar sobre todo a Francia (que, como produce la mayoría de su electricidad en centrales nucleares no tiene grandes problemas para controlar las emisiones) y a Alemania (que ha reducido en buena medida las emisiones desde 1990 debido a la modernización de las industrias del Este, tras la unificación de las dos Alemanias). En definitiva, nuestro dinero tirado (el de los españoles, que en otros países son más avispados y sólo firmaron aquello que no les perjudicaba) gracias a Kioto y, lo verdaderamente grave, las emisiones de CO2 mundiales no se van a reducir en nada.
Hay una interesante conferencia (aunque un poco larga) que se puede descargar del Emule buscando como "Kioto explicado", donde cuentan con detalle todo lo que acabo de comentar y muchas otras cosas sobre la inutilidad de ese tratado y lo que perjudicará a España (que no a otros países) entre 2008 y 2012, que es el periodo para el que sirve.
Pero Kioto no es lo único que no terminaba de encajarme. He estado investigando e informándome sobre otras cuestiones que no encajan demasiado con el sentido común.
Las cuestiones son las siguientes:
- Antes de que hubiera vida en el planeta, el 40% de la atmósfera era CO2. Ahora es de aproximadamente el 0,5%. Las plantas y el plancton han transformado el 39,5% restante en oxígeno. ¿No podrían reforestarse ciertas zonas del planeta para reducir el nivel de CO2?
- La principal fuente de carbono emitido por el hombre a la atmósfera proviene del petróleo. Los coches podrían funcionar con etanol (en Brasil lo hacen desde hace años sin problemas) y también con biodiesel (aunque los motores actuales tienen problemas con su uso) ¿Tiene sentido producir biocombustibles para reducir la cantidad de CO2 en la atmósfera?
- Los volcanes, la respiración de los animales y muchos procesos biológicos presentes en la naturaleza emiten dióxido de carbono ¿Qué porcentaje del CO2 emitido a la atmósfera proviene de las actividades humanas?
- ¿Hasta que punto las energías renovables reducen realmente las emisiones de CO2?
- Si el problema es tan grave y tan acuciante ¿Por qué no se sustituyen lo antes posible todas las centrales eléctricas de carbón, de fuel y de gas natural por otras nucleares? Si tanto peligro corre la Tierra, podría ser una solución provisional para los próximas décadas, mientras desarrollamos algún tipo de energía limpia pero que no produzca residuos y no tenga peligro de escapes radiactivos.
- ¿Está probado científicamente que el CO2 es la causa determinante de los cambios de temperatura en el planeta?
- ¿El CO2 produjo las glaciaciones?
- ¿Se han producido en el pasado calentamientos mayores que el que se está produciendo ahora?
- ¿Realmente está aumentando el número de catástrofes climáticas en los últimos años?
- ¿El calentamiento global sería beneficioso o perjudicial para la vida del planeta?
- ¿Qué es peor, un calentamiento o una glaciación?
- ¿Qué otras causas, aparte del nivel de CO2, podrían explicar las variaciones en la temperatura global del planeta?
- ¿Es el CO2 la explicación más convincente a esas variaciones?
- ¿El documental de Al Gore muestra datos ciertos o ha manipulado y ocultado cierta información que conduciría a conclusiones diferentes?
- ¿Desde cuando se piensa que el CO2 es la causa del calentamiento global?¿Cómo ha evolucionado esa idea hasta llegar a ser una verdad tan generalmente admitida como lo es ahora?
- ¿Quién se beneficia y a quien perjudica el interés despertado por el cambio climático?
- ¿Quién se beneficia y a quien perjudica el protocolo de Kioto?

Son muchas preguntas para un solo artículo. Iré dando respuesta a todas estas cuestiones en los siguientes escritos.
Adelanto que la teoría del calentamiento global es un timo. Y espero no ofender a ningún ecologista con esta afirmación, porque yo también me considero ecologista. Di por sentado que todo lo que aparecía en los medios de comunicación era cierto y, preocupado por el asunto, decidí comenzar a investigar, para ver cuales de las soluciones podrían ser las más acertadas y que podía esperarse del futuro si esas soluciones no se adoptaban. Pero, lo que se va descubriendo a medida que se investiga, huele tan mal, que todo parece una manipulación ideada para favorecer ciertos intereses.
Me parece muy grave que tanto ruido no sólo no va a servir para mejorar la vida en el planeta, sino que probablemente la va a empeorar y, además, está desviando la atención de otras cuestiones medioambientales mucho más graves que ésta, que no se solucionan debido al eclipsamiento que produce el tema del CO2 (que, no lo olvidemos, es la base de la cadena alimentaria de todos los seres vivos del planeta).
Si son capaces de lavarnos el cerebro como lo han hecho con este tema ¿en cuantas cuestiones más nos habrán engañado?
Entiendo que éste es un tema delicado. Muchos pensarán que me financia la industria del petróleo o cosas por estilo (mi cuenta corriente lo agradecería, pero, por desgracia, no es así). Por favor, que nadie me juzgue duramente hasta leer todo lo que tengo que decir. Puedo asegurar que me preocupa el medio ambiente tanto como al que más y, si critico esta terrible manipulación del calentamiento global es porque las medidas que se están tomando no persiguen mejorar el medio ambiente, sino engañarnos a todos para beneficiar a unos pocos.

Como obtener el mayor beneficio con nuestro voto

Existe un 99,9 % de posibilidades de que el vencedor de las elecciones de marzo sea el PP o el PSOE. No es una predicción arriesgada ni aventurada. El resto de las alternativas son los partidos nacionalistas, que, evidentemente, no van a superar a ninguno de los dos grandes partidos en votos porque apenas nadie, fuera de su región de origen, va a votar a un partido catalanista, vasco, gallego o andalucista. Las alternativa a los dos grandes son el UPyD de Rosa Diez y la variopinta Izquierda Unida. Posiblemente obtendrán varios escaños, pero es raro que, tras las próximas elecciones, puedan aspirar a más que ofrecer sus diputados para que forme gobierno uno de los dos grandes, a cambio de recibir algún ministerio o ciertas concesiones a las propuestas de su programa electoral. Además, hay unos cuantos partidos pequeños más de ámbito nacional, pero difícilmente conseguirán representación parlamentaria.

Así, podemos decir que, desde el año 82, sólo hay dos partidos en España que pueden llegar al gobierno. En una dictadura de partido, como la china, existe un único partido político, que elige y pone en el poder a su candidato. Este candidato puede llegar a la cima de su partido por méritos propios, al haber hecho muy bien las labores que le encomendó el partido. También puede llegar porque sabe hacer la pelota con eficacia a quien corresponde en cada momento. Además de ese progreso en base a los méritos o el peloteo, hay elecciones, en el seno del partido, que deben ganarse para poder llegar a la cima. De esa forma, el Partido Comunista Chino, o el soviético cuando aún existía la URSS, funcionaban de forma similar a la de los partidos de cualquier país democrático. En el PP, en el PSOE o en cualquier partido de otro país desarrollado, los candidatos a presidente han llegado a serlo haciendo méritos, haciendo la pelota y consiguiendo ganar elecciones convocadas entre los miembros del partido. Un partido político se comporta de la misma forma, ya sea en China, en España, en Estados Unidos o en la antigua URSS. El comportamiento de los partidos no depende del sistema político en el que actuan, da igual que sea democrático o dictatorial.

La únida diferencia entre una dictadura y una democracia es que en la dictadura, el que llega a líder del partido es también presidente del gobierno, mientras que en una democracia, sólo es candidato a la presidencia. Pero, cómo en la mayoría de los países democráticos sólo hay dos partidos, podríamos decir que el líder del partido tiene un 50% de posibilidades de ser presidente. Así, una democracia se diferencia de una dictadura en que, en la primera, un ciudadano puede elegir entre dos candidatos a la presidencia, mientras que en la segunda puede elegir entre uno sólo. El parlamentarismo bipartidista que tenemos recibe el nombre de democracia, aunque también podría recibir el de dictadura alternada.

Así, China podría transformarse en una demoracia, sin dejar de ser comunista, haciendo sólo dos cosas:

Desdoblando el partido comunista actual en dos partidos: Partido Comunista A y Partido Comunista B. Se convocan elecciones cada 4 años y el pueblo elige cual de los partidos comunistas ocupa el poder.

Permitiendo que los medios de comunicación digan lo que quieran, hagan chistes sobre los políticos y que cualquiera pueda opinar libremente sin ir a la cárcel o sufrir represalia alguna.



Y con estos dos sencillos cambios, ya no poría alegarse que China no es democrática. Alguien podría decir que ambos partidos son comunistas, y sería difícil que dejaran de serlo. Pero los dos partidos principales estadounidenses, o los dos partidos españoles, son capitalistas, y tampoco puden dejar de serlo, porque la constitución defiende ciertos puntos de vista que son inmutables para el partido que gobierne. Por otra parte, lo de permitir bromas y críticas, no hace demasiado daño. En los paises occidentales se permiten libremente, y la experiencia ha demostrado que esas burlas no impiden que el poder siga estando en manos de los mismos. ¿Cuantas veces, en la historia de Estados Unidos ha ganado las elecciones un partido diferente al Demócrata o el Republicano? Teóricamente sería posible, pero en la práctica no suele darse, por lo que tal vez esa posibilidad no exista realmente, a pesar de las libertades que se predican a bombo y platillo.

UpyD, el nuevo partido de Rosa Diez, al tratar de surgir de la nada para ocupar un lugar entre los otros, se ha dado cuenta de que necesita hacer una campaña electoral para conseguir votos, y eso cuesta dinero, que, claro está, deben pedir prestado. Los bancos a los que han acudido no se lo han prestado, así que les va a costar despegar más de lo que pensaban. Han ideado un ingenioso sistema de bonos personales, donde particulares les prestan dinero, que el partido devolverá con los ingresos obtenidos cuando obtengan representación parlamentaria. Pero, ¿y si no la obtienen? Probablmente, los simpatizantes que hayan comprado uno de esos bonos (de 200, 500 o 1000 euros) no recuperarían nada de su inversión. Dar un voto es gratis, pero dar dinero sabiendo que sólo se recuperará si el partido obtiene un buen resultado es bastante más arriesgado. ¿Estarán los españoles dispuestos a arriesgar su dinero para conseguir que el nuevo partido pueda contribuir a que el país vaya mejor? Pero, ¿realmente irá el país mejor si ese partido obtiene unos pocos escaños que si no obtiene ninguno? Tal vez, ni siquiera pueda dar apoyo al partido que gane, y quede relegado a un pequeño partido de opsición, cuyo paso por el Parlamento apenas se habrá hecno notar. Por otra parte ¿un partido liderado por políticos que ya llevan años viviendo de la política, podrá mejorar el panorama nacional?¿No tenderán a imitar las ineficientes estructuras de poder que ahora rigen la política de este país?

El sistema bipartidista interesa a todos los poderes económicos y financieros. Si yo soy un empresario grande (imaginemos a Florentino Pérez, los Entrecanales, la familia del Pino, etc), sólo tengo que estar a bien con los dos partidos para garantizarme con todal seguridad el favor del partido gobernante. Para tener buenas relaciones con un partido se puede hacer lo siguiente:

• Contribuir con donaciones para la campaña electoral y los gastos del partido.

• Contratar como ejecutivo de mi empresa a un ex miembro, que aún cuente con buenas relaciones dentro del partido.

• Hacer favores personales a alguno o a varios de los dirigentes del partido. Los favores para ganarse a alguien pueden ser invitarle al fútbol o a los toros (si es a un palco mejor), hacer regalos costosos a él o a sus familiares, dar un puesto de trabajo a algún familiar, dar información privilegiada con la que se pueda obtener un beneficio seguro en alguna inversión, prometer un puesto de trabajo muy bien remunerado cuando el sobornado abandone la política o, directamente, dar un sobre con dinero.

La mayoría de los empresarios, banqueros y todos los que quieren obtener favores de los políticos hacen estas cosas y, los más inteligentes, lo hacen con miembros de los dos partidos, así se garantizan el favor de quien esté en el poder. Por supuesto, nadie da algo a cambio de nada, así que, el avispado donante, recordará su generoso favor cuando necesite algo del que manda, obteniendo así contratos, subvenciones, la vista gorda por parte de Hacienda, o lo que sea. Pero el Estado somos todos, así que, cada vez que alguien recibe un favor de un político, todos los ciudadanos perdemos.

La justicia no puede hacer mucho, porque la mayoría de los favores son indemostrables, tanto en uno como en otro sentido. Y esto ocurre en Estados Unidos, en toda Europa (en Rusia también, y de forma aún más exagerada), Japón o en cualquiera de los países democráticos del mundo. Por supuesto, en España no nos quedamos atrás, que para eso somos el país de la picaresca.

Además de los poderes financieros, hay otro tipo de poderes que extienden sus tentáculos para influir en la política. En otros países este hecho es más discreto, pero en España no lo es en absoluto. De entre las organizaciones que más tratan de influir en el poder político, podemos destacar el papel en España de la masonería y del Opus Dei.

Muchas webs afirman que Zapatero y otros cargos del PSOE son masones. Pongo algunos enlaces:

www.solidaridad.net/articulo3014_enesp.htm

cuentayrazon.blogcindario.com/2005/10/00054-rodriguez-zapatero-el-ason.html

www.periodistadigital.com/religion/object.php?o=194259

Otras sugieren una marcada relación entre el PP y el Opus Dei:

www.opuslibros.org/prensa/vidal_olmedo.htm

idd00939.eresmas.net/pp/es_opus.htm

www.losgenoveses.net/Opinion/Los%20dossieres/opusdeilegionarios.html

No sé si las fuentes son del todo fiables, pero, dice un refrán que cuando el río suena, agua lleva, así que algo habrá de cierto.

No considero que la masonería ni el Opus sean organizaciones malas para la sociedad. Los masones, a pesar de que siempre han recibido acusaciones de ser una organización secreta que persigue alcanzar el poder mundial, han hecho grandes cosas por la humanidad, fomentando la democracia, la igualdad y el bien público de muchas formas diferentes. El Opus, por su parte, a pesar de su marcado carácter religioso y de cierta mala fama, vuelca muchos esfuerzos en hacer que la sociedad progrese, fomentando el trabajo bien hecho entre sus miembros y la educación de calidad en escuelas y universidades que han alcanzado un prestigio internacional, como el IESE.

Lo grave no es que la masonería y el Opus hayan hecho suyos los dos grandes partidos españoles, y que los poderes financieros obtengan lo que desean, mande PP o PSOE. Lo grave es que lo hacen de forma oculta. Están engañando a los ciudadanos, y eso no es honesto.

Por otra parte, las diferencias entre uno y otro partido cada vez son más pequeñas. La política, bastante oprimida por los que influyen en ella, no da mucho de sí, y cada uno procura diferenciarse del otro prometiendo lo que se le ocurre. Los partidos han perdido casi por completo su ideología original. No está nada claro que los socialistas favorezcan más a los trabajadores y los populares a los empresarios, al contrario, el PSOE ha favorecido a los empresarios de muchas formas diferentes y el PP ha hecho lo mismo con los trabajadores. Es como si cada uno no se atreviera a favorecer demasiado a los que debería, y es el otro quien los favorece, para ganar nuevos adeptos entre los votantes del otro partido.

Si las políticas son casi iguales, los ciudadanos no notaremos diferencia manden unos u otros. Sólo notaremos cambios si los que mandan se esfuerzan más en hacer mejor las cosas.

Y ¿cómo conseguir que la clase política se esfuerce más? Hay una forma muy sencilla.

La forma de hacer que la clase política se vuelque en hacer bien su trabajo es que el pueblo demuestre que no está conforme con tanta ineficiencia y tanto debate carente de contenido, es decir, que está harto de la pobre clase política que hemos visto en los últimos años, y que quiere que el Estado cambie su forma de actuar, para servir a todos en vez de favorecer a los que consiguen estar bien relacionados entre las clases gobernantes.

Y, para demostrar que estamos hartos, lo que debemos hacer es no votar. Una baja participación es todo un castigo para los partidos políticos y una forma de hacer ver a unos y a otros que queremos más eficiencia y menos debates vacíos. Por eso, el ciudadano qeu busque su propio beneficio y no tenga relación con ninguno de los partidos, debería quedarse en su casa el 9 de marzo, ya que, no sólo ahorrará tiempo, haciendo que su domingo sea más largo, sino que hará un bien a toda la socidad, mostrando que no le interesa la palabrería y que lo único que desea de los políticos es que hagan bien su trabajo. Incluso se podría hacer campaña entre familiares y conocidos, invitando a todos a que no vayan a votar. Si el 75% de los españoles no acudiésemos a votar, daríamos todo un escarmiento a aquellos que gestinan lo recaudado con nuestros impuestos. El efecto sólo podría ser uno: ganase quien ganase, la política pasaría a tomarse más serio, y el país se gestionaría mejor en los próximos años.

Por eso, el ciudadano que optimiza sus decisiones, debería no ir a votar: no le va a costar dinero, ahorará entre media y una hora de su tiempo y hará lo mejor que puede hacer para lograr una buena gestión de este país.